miércoles, 25 de agosto de 2010

Hijo adoptivo de un pueblo de novela

Éste es mi pueblo. Lo es aunque jamás haya pisado sus calles, sentido su brisa, olido sus flores, entrado en sus casas. Todas duermen bajo el agua desde hace cincuenta años. Nací demasiado tarde para verlo. Pero lo quiero sobre todas las cosas. Es el pueblo que ha inspirado La marca del agua. Ahora también es mi pueblo. En realidad ya lo era cuando empecé a escribir la novela.

La Asociación Cultural Alberguería Oleiros (ACAO) me ha regalado la extraordinaria consideración de hijo adoptivo del desaparecido enclave. No estoy seguro de reunir los méritos personales y cualidades que requiere tan destacada distinción; porque hacer en cada momento lo que uno sabe y quiere hacer, nunca puede ser un mérito. En todo caso, para mí es el premio más grande y valioso. Lo agradezco profundamente.
Y me propongo estar a la altura.

viernes, 13 de agosto de 2010

Mucho más de lo que podía imaginar

Cosas del verano. Uno está, va, dice. Quien suscribe tuvo la oportunidad de participar el 12 de agosto en la Semana Cultural (18ª edición, nada menos) que organiza un colectivo de mujeres en el pueblo orensano de Vilanova (Barco de Valdeorras). Me invitaron y me pidieron que hablase de La marca del agua y de Alberguería, el desaparecido enclave que inspiró la novela.

No hubo megafonía ni aire acondicionado. Pero abarrotaron la sala. Escucharon con la mayor atención, casi con pleitesía, y aplaudieron a rabiar. Me dieron mucho más de lo que podía imaginar. Gracias.

(En la imagen, con la secretaria de la entidad cultural, Pili Álvarez, presentadora del acto).