jueves, 24 de abril de 2008

Información, fuentes, influencia y...

Estos días he oído/ leído un par de comentarios relacionados con la profesión, que me parecen interesantes y que quiero anotar.

1. ¿Qué podemos esperar de una sociedad que se informa en los periódicos gratuitos y en Marca? (Jefe de prensa de una conocida institución en un corrillo de periodistas).

2. Los Medios sólo influyen en quienes aún no han recibido su dosis de influencia (conocida tertuliana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid).

3. Puede afirmarse que los periodistas cultivan la exclusión más que la inclusión, el tópico más que la tendencia, el prejuicio más que la orientación, la acusación más que la indagación, la invisibilidad más que la focalización. (Pilar Diezhandino, catedrática de Periodismo, autora de Periodismo en la era de Internet. Fundación Telefónica).

4. Un 35,22% de la cobertura informativa carece de fuentes, prima la palabra del portavoz de turno y se abusa de las fuentes institucionales (leído en El País, que también cita la fuente anterior).

Prometo meditar sobre estas cuestiones.

martes, 15 de abril de 2008

No la encontré

El rastro de Madrid es una gran necrópolis de palabras. Es el verdadero cementerio de los libros viejos que describe el exitoso 'best seller' de Carlos Ruiz Zafón. Aquí, entre éxitos que tal vez no fueron y promesas que se quedaron en nada, no la encontré. No está, no aparece, no la he visto. Y eso que el cementerio de Curtidores escupe ante los ojos del buscador incluso lo que nunca ha existido. Pero no: ella, no.
En su lugar aparece la más pretérita revista del No-do, que también recoge, con manchas, lo que ni siquiera está escrito. Y los cuadernos del negro de Cervantes, o del Cervantes negro, que también vivió en La Mancha… Hasta el Príncipe de Asturias norteamericano, Paul Auster, lo dice en alguno de sus escritos no premiados.
En el rastro hay una Trilogía en Nueva York que habla de un Madrid que nunca fue, de una barca de Noé abandonada en un polígono de San Fernando de Henares; y de un sueño que antes de entrar en la urbe instaló oficina en el Cerro de Los Ángeles y en la Carretera de Extremadura. Pero ella, no. No está.
Por lo visto, la redactora que amé nunca existió.

viernes, 11 de abril de 2008

La televisión, un circo a medida

La televisión es un circo creado a medida de los que mandan. Los amos fabrican estrellas, presentadores, azafatas, rostros famosos, caras bonitas (la mayoría, femeninas), que luego explotan y venden en esta carpa de 625 líneas o de píxels al por mayor. Por los platós circula a diario una turbamulta de gañanes con corbata y de sílfides embutidas en ceñidos vestidos. ¿Qué sería la tele sin ellos? Igual que sus padres de la política, son una 'troupe' de personajes vanidosos, ególatras, irreverentes y paganos... hoy imprescindibles, desechables mañana.

La televisión tenía —y tiene— pendiente la asignatura de las retransmisiones deportivas. Las nuevas cadenas arrastraron hasta sus redacciones a los periodistas de la radio y estos se llevaron las maneras radiofónicas a la televisión. Cambiaron de medio, pero no de estilo. Casi todos siguieron utilizando en la pantalla el tono alto de la radio deportiva; casi todos mantuvieron la regla de contar permanentemente en qué lugar del campo está el balón; casi todos conservaron el cambio progresivo de la altura verbal en función de los conceptos “campo propio”, “medio campo”, “medio campo contrario”, “área” y “gol”; casi todos continuaron retratando con la voz en vez de someterse al imperio de los ojos; casi todos olvidaron que vale más una imagen que mil palabras. ¿Excepciones? Sólo una: el periodista de TVE José Ángel de la Casa, que también venía de hacer radio.

miércoles, 2 de abril de 2008

Entreguismo periodístico, crónica de un desencanto

Algo va mal cuando los periodistas son noticia. En la guerra mediática, el principal perjudicado es el lector, oyente, televidente, que recibe opiniones dispares y radicalmente distantes sobre un mismo asunto. En consecuencia, se siente desorientado y la frustración le empuja a alejarse de la trama informativa en busca de una válvula de escape que, al menos, no excite el cabreo. He aquí una de las razones del éxito de los 'programas basura'.

Hay dos Españas periodísticas y ninguna de ellas ha conseguido entrar en la democracia plena. Mientras una parte de Europa (léase Francia, Alemania, Reino Unido…) ha asumido el bipartidismo como sinónimo de normalidad, en nuestro país el recambio político produce sangre, sudor y lágrimas. Cada vez que hay un cambio de gobierno, el trasvase de profesionales resulta atroz, en especial en los medios públicos, es decir, en aquellos tutelados por la Administración. O se está en un bando, o se está en otro. No hay término medio. El resultado es desalentador y remite a épocas lejanas. Caras, voces y profesionales de reconocido prestigio reciben un aumento de sueldo (o no) con la inapelable condición de que se alejen del micrófono y del puesto. Es decir, cobran más por dejar de trabajar. Da igual si gozan de prestigio y del favor de la audiencia.

Bajo esta dinámica subyace un desprecio grosero hacia el lector, oyente, televidente. El entreguismo periodístico a una ideología de quita y pon nos sigue alejando de una Europa en la que la democracia está mucho más asentada entre medios y profesionales, y en la que el periodismo se parece bastante más al 'cuarto poder' (o contrapoder) que debe ser.