sábado, 31 de octubre de 2009

Di Stefano y la imborrable marca del agua

La puerta de cristal traslúcido se cierra y aísla la sala contigua, donde José Emilio Santamaría, Juan Emilio Macua y otros jovencísimos veteranos blancos capean la desaborida mañana de un Bernabéu alcorconizado tras el 4-0 de anoche.
Sopesa el libro como si fuese insigne copa de Europa, ya hay que escribir para escribir esto, ¿eh?, regatea mi mirada cogida, no se crea, me recobro, estamos para escribir, y ensaya un golpe franco, periodista, ¿dónde?, bosquejo yo ahora, no se preocupe, nada que ver con el fútbol, ahí mismo, enfrente, Concha Espina 8, no me diga, ¿y?, literatura económica, cambio de banda, entonces, ¿los inundaron?, sí, acabaron con casi todo y con el fútbol que empezaba, con el fútbol, ¿y yo?, no, con usted no, la mecha ya había prendido, traga saliva, pausa, piensa, pasa páginas, patea recuerdos, Barracas, no, pero Boca también se inundaba, tira de sonrisa y rebusca en la portada, hombre de Dios, letras blancas, ¿y por qué le llama ‘la marca del agua’?, me ha cogido, ahora sí, porque allí la marca del agua siempre es blanca, don Alfredo, pero no, él sabe que la marca que sostiene en sus manos es la firma de un imborrable, siempre recuerdo, ya mito. Héroe dentro y fuera del libro, sí, gracias por hacerme esta épica entrevista, maestro.

domingo, 16 de agosto de 2009

La marca del agua

Ana Mª Malingre, Aurelio Blanco, José Luis Baltar, José Luis de Dios, José Palmeiro, Mani Moretón, Mª Benilde Fernández, María Prada, Moisés Blanco, Montse Lloves, Ovidio Prada (in memoriam), Rosa María Trincado, Santiago Palmeiro, Secundino Lorenzo, Virginia Palmeiro…

“Hay cosas que sólo pueden verse con el alma; porque los ojos sólo ven lo que se ve”.

La marca del agua

martes, 28 de julio de 2009

Periodismo con 'P' de persona

Deberes para este verano. Comentario de textos.

Para ejercer el periodismo, ante todo hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Cuando se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Ryszard Kapuscinski.

Los periódicos se ocupan de dar diariamente pequeños bocados a una fruta cuyo tamaño desconocen. Pueden necesitar docenas de bocados para descubrir que se trata de una manzana. Pueden ser necesarios cientos de bocados antes de tener una verdadera idea de lo grande que es la manzana. Ben Bardlee, director de The Washington Post en la época del Watergate.

jueves, 21 de mayo de 2009

La radio del "o ellos o nosotros"


De aquella radio de anuncios muy largos como el del Cola-cao, Okal o cuchillas Palmera, en los que Celia Gámez ponía la voz y el alma durante más de dos minutos, a esta otra radio de hoy, agresiva, testimonial, cuasi improvisada, en la que opinión e información se remezclan en transgresores microespacios de azaroso guión, va una larga historia de invasiones, destierros, intrigas y politiqueos.

Entre aquella radio de grandes bloques, eco del folclore, la gastronomía y el fútbol, descubridora de niños prodigio y radionovelas, que ponía largos concursos en los sueños de una España en la que, incluso, comer era difícil; y esta otra radio, anquilosada, sin imaginación ni imagen, amoral y antiestética, cicatera y repetitiva… media la historia de unos 'periodistas de diario' que tras desterrar a los radiofonistas que hacían la radio creativa, tomaron los estudios y transformaron radicalmente líneas, objetivos y contenidos.

Las estrellas y lo señoritos han despedazado la radio y la han reducido a microespacios inconexos, estridentes pero sin brillo. En las ondas choca a diario moral y estética, casualidad y causalidad, continente y contenido. Es la radio del "o ellos o nosotros", la radio que se lleva, la que nunca es capaz de deglutir más de tres temas cada día, la radio en la que nadie tiene claro si hay que darle a la audiencia lo que quiere o hay que decirle lo que debe pedir.

La radio, nuestra radio, se mueve a golpes, a saltos, a sobresaltos… Brama o chispea en falsa sincronía con el hipo de la sociedad. Es ya una radio anárquica, incontrolable, alejada de cualquier honorable planteamiento.

Y, a pesar de todo, mantiene credibilidad y suma audiencia.

viernes, 17 de abril de 2009

Cacareemos todos juntos

Y venga la economía. Y vayan majaderías. ¡Qué fea se pone la Champions! ¡Qué negro está el cielo capital desde que lo pusimos colorado! Deflación, estanflación, desinflación, recesión, depresión. Pero, ¿qué estamos diciendo? Venga, cacareemos todos juntos:
Cocoricó,cocoricó, cocoricó.
Un economista redactaría algo así: “Hemos pasado del temor al estancamiento con inflación (estanflación) al de recesión con rápida reducción de la inflación (desinflación), senda peligrosa que puede [podría] conducir a la economía mundial a la deflación (recesión con caída de los precios), antesala de la depresión (deflación prolongada durante varios años)". (*).
¿Cocoricó,cocoricó, cocoricó?
Cacareamos mientras el Gobierno “pone énfasis en el estímulo del gasto social y no tanto en el productivo”.
¿El Gobierno cocoricó, cocoricó… también?
El Gobierno: “Ausencia de un diagnóstico riguroso. Respuesta improvisada y dispersa. No transmite credibilidad. Falta criterio, enfoque, coherencia y concentración del esfuerzo”.
¿Cocoricó?
Sí, el Gobierno coco rico, coco rico.
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(*) Los entrecomillados son de Fernando Faces, profesor del entorno socio-económico para la dirección del Instituto Internacional San Telmo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Realmente, ¿puede esperar?

El País, 8 de marzo de 2009.

Este país...

jueves, 12 de febrero de 2009

La economía puede esperar

Vale, vale, respetemos los tiempos. No rompamos el hilo de la actualidad (que pilotan los grandes medios). No nos adelantemos a los acontecimientos. No, no toca pedir (todavía) el relevo de ZP. Ahora toca cacería y lío en el PP, elecciones en Galicia y País Vasco, y crisis (mundial). Puuufff... ¿Qué quieren que les diga? ¿Y lo fundamental? A mi me parece más interesante hablar del actual (des)gobierno de la economía, de cómo resolver el futuro cuanto antes (cortando por lo sano) y de lo razonable que es pedir alto y claro que venga una nueva hornada de políticos más preparados y capaces. Ah, que eso ahora es lo menos importante, que esto puede esperar, que...
Vale, vale.

lunes, 9 de febrero de 2009

Rajoy, el último clavo ardiendo

El otro día tuve ocasión de formularle la siguiente pregunta a Ángel Expósito, director del diario ABC, que atendía en su chat:

¿Cree usted, como yo, que la única posibilidad de recuperar la confianza en la economía pasa por que se vayan (cuanto) antes los actuales gobernantes y vengan otros?
RESPUESTA: Hola Santi. No creo, sinceramente, que sea tan sencillo. Lo primero que hace falta es saber la verdad, toda la verdad de las previsiones. Lo segundo acometer el problema a lo bestia, sin tapujos. Y lo tercero, los electores decidiremos...

Una respuesta, nuevos (y grandes) interrogantes.

Primero: ¿qué no es sencillo, el recambio o la recuperación? ¿Ambos?
Lo sencillo es empezar por la base. Se han agotado las ideas y nunca hubo proyectos. Es el peor gobierno posible ante una de las peores situaciones económicas, que diría Rosa Díez. Tenemos que volver al 96, cuando un líder con escaso carisma y poco encanto rescató al país de la ruina. Aquí hay dos caminos: PSOE o PP. Pero, ¿quién puede tomar el relevo de un ZP KO en el PSOE? Ése sí que es un verdadero problema de sucesión y no el del PP. Porque a estas alturas, plantearse que siga Zapatero sería como plantearse dar otros cuatro años a Bush (si ello fuera posible). Así que, lamento decir que Rajoy es el último clavo ardiendo.

Segundo: ¿Qué debemos saber y qué nos ocultan? ¿No son ciertos los datos que nos ofrecen sobre el estado 'económico' del país? ¿En qué sentido no son ciertos? ¿Cuánto tienen de falsos? He aquí otra buena razón para que vengan otros: acabemos con la sospecha.
Saber toda la verdad: ¿Pero dónde está el periodismo? Más aún: dónde está el periodismo de filtración (ya no el de investigación)? Si sospechamos que los datos del paro, de los indicadores económicos, los de los bancos… no son ciertos, alguien tendrá que empezar a hurgar en las cloacas.

Tercero: ¿Una solución a lo bestia qué es? ¿Que el Gobierno disuelva las Cortes y convoque elecciones? ¿Que Interpol busque al desaparecido Gobernador del Banco de España para que dé ciertas explicaciones? ¿Qué alguien toque a rebato para encontrar el sentido común, también desaparecido? ¿Refundar (o liquidar) el sistema capitalista?
El problema del capitalismo son los capitalistas podridos (entre ellos, gobernantes y políticos), no el sistema.

Cuarto, ¿los electores decidiremos qué? ¿No tiene nada que indicar al respecto la prensa esta vez?

En fin, gracias, Expósito. Sé que dirás que tantas preguntas demuestran que, efectivamente, la cosa no es tan sencilla.
Yo digo que querer es poder. Pero, sí, lo fundamental es saber.

lunes, 12 de enero de 2009

Espada, Arcadi, la teoría de la práctica

El breve catálogo de desaciertos de la prensa, premeditados o inocentes, provocados o casuales, que ha reunido Arcadi Espada en el libro Periodismo práctico (Espasa), viene a subrayar la verdadera naturaleza del oficio: fabricar un producto atractivo, fácilmente vendible y de muy digesto consumo. Para lograrlo, hay que pervertir la sintaxis, el enfoque y el valor de la información en el grado que sea necesario.

Arcadi escribe “solo a medias en serio”, que diría su estimado Cercas, Javier. Sugiere, pero se niega a concretar. Pide claridad, pero prefiere quedarse en la ironía. “Allá cada cual con su mentira. Ustedes ya me entienden”, viene a decir . Yo sí creo entenderle, pero ellos… Se echa en falta a un Carrascal, José María, por ejemplo: Ésta es mi opinión. Pueden tomarla o rechazarla. Pero no busquen entre líneas porque lo que quiero decir lo digo con todas las palabras. Otros intentarán pasar la opinión de contrabando. Algo así.

Arcadi zarandea, para desengaño del periodismo teórico, algunas ideas capitales: la noticia es, ya hemos dicho, un producto; el periodismo, una industria; el periodista, el practicante de un oficio inmoral, basado sistemáticamente en la traición (idea que extrae, manteniéndola en interesada cuarentena, del libro El periodista y el asesino, de Janet Malcolm [“Todo periodista que no sea demasiado estúpido o demasiado engreído para no advertir lo que entraña su actividad, sabe que lo que hace es moralmente indefendible. El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno”, dice ella]); el protagonista de la noticia nunca es una persona, es una silueta; los medios adelgazan, de una forma zafia, la experiencia humana…

Yo le propongo estos otros acertijos por si de verdad decide realizar una segunda edición para los estudiantes de la cosa:
-Qué hacer con el JASP (joven, aunque sobradamente periodista) que envejece a la sombra del VASP (viejo, aunque sobrado periodista. Subrayo el segundo adjetivo).
-Qué hacer con los teóricos de la información.
-Qué hacer con el Servicio Público de Empleo Estatal (INEM) a la vista del global journalist que trabaja a la vez en el periódico, en la radio, en la agencia, en la universidad, en la televisión, en la editorial, en el sindicato y en el partido.
-Qué hacer en una redacción de comisarios políticos.

Llevárnoslo calentito.
Dar la noticia.

(iropalme@caramail.com)