
Si yo dijera que estoy de acuerdo estaría mintiendo. Pero si dijera que no lo estoy, me tomarían por un mentiroso. Supongo que Malcolm se refiere a algunos periodistas de verdad y no a esos en los que usted y yo estamos pensando. En todo caso, personalmente, creo más en lo siguiente: Como hombre uno puede ser paciente, amoroso, positivo y mostrar una inclinación enteramente acrítica para mirar todas las cosas y considerarlas correctas. Pero como periodista, el demonio obliga a observar, a tomar notas con la rapidez del relámpago y con la peligrosa malicia de todo detalle que en el sentido literario sea característico, distintivo, significativo y que tipifique la raza, el modo de ser social o psicológico, mientras registra uno todo eso tan despiadadamente como si no tuviera ninguna relación humana con el objeto observado, cualquiera que éste sea (atribuido a Thomas Mann, también citado por Malcolm).
No es posible separar persona y periodista. Ambos actúan al mismo tiempo como una mezcla de humo y mármol, que suele resultar equívoca para la verdad. Si fuese posible separarlos, la objetividad dejaría de pertenecer al reino de la quimera.