jueves, 28 de octubre de 2010

Zapatero ya ha arrojado la toalla

Ha hecho barbaridades, ha fracasado y se ha rendido. Su respuesta ha sido devolver el PSOE (y el Gobierno) al 'felipismo' (Marcelino Iglesias, Jáuregui, Rubalcaba, Chaves... ¡ojo!, y otros que siguen y mandan, aunque no salen en los papeles). ¡Cómo será de grande el dislate para que Zapatero haya hecho bueno a Felipe González!


Así que hemos retrocedido dos década en el tiempo y volvemos a estar a merced de lo peor de aquellos tiempos. De Málaga a Malagón. Sólo falta que escenifiquen el funeral socialista, pero no es difícil imaginar como será: 'déjà vu'.


Y aún quieren vendernos que el problema era la (pésima) comunicación del Gobierno, no que haya cinco millones de parados, que la gestión de la cosa económica haya sido delirante y que el país esté en manos de locos, locas y alocados.


Con todos mis respetos, si queda alguna persona seria en la pomada que dé un paso al frente, por favor.

martes, 19 de octubre de 2010

Patriotas de hojalata de bote de panga

Esto del periodismo se ha puesto feo. Ser periodista ya no es ni sombra de lo que era. ¡Ni mucho menos! Crítica, contrapoder, defensa del débil frente al poderoso, la razón afilada, aquel remanso de verdad... ¿Dónde ha quedado todo eso? Creo que las nuevas generaciones deben hacer suyas las palabras de Richard Serra, reciente premio Príncipe de Asturias de las Artes, cuando dice: "Sí, me han insultado mucho. Pero el verdadero artista debe transgredir, matar al padre".

Hablemos del mundo: uno de esos grandes analistas 'de clase' recuerda en un semanario que la política es hoy más mercadotecnia (marketing) que otra cosa. Ninguna lumbrera explica, sin embargo, cómo es posible que las generaciones más preparadas de la historia se dejen embaucar en masa por los políticos menos preparados que ha dado la tierra.

Leo también a José María Carrascal, que dice sobre José Luis Rodríguez Zapatero: "Y encima quieren prohibir que se le abuchee. Cuando lo está pidiendo a gritos". Es posible que sea así; pero gritar nunca ha sido buena receta para nada, excepto para educar la altura de la voz.

Y aún una última consideración sobre la España desatornillada, que diría Ignacio Camacho. El Gobierno condecora con la más alta distinción al ministro marroquí que mandó ocupar Perejil. Es evidente que no lo hace por este hecho, pero, es cierto. ¡Hay patriotas de hojalata! Pero de hojalata de bote de panga.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Mi estío, en El País

¿Sabes, mar? Entonces éramos mucho más románticos que ahora. Yo lo era. El País lo era. La cosa global nos ha quitado brillo. Sin duda. El cambio de siglo trajo, sí, un otoño como el de ahora. Pero, no. El otoño era aquél. ¿Estío? Invierno. He dicho alguna vez: en la nada que enlaza el pasado y el presente siempre dormita la generosa crueldad de internet. ¿Sabes, mar? Yo firmé aquel estío en El País. http://www.elpais.com/articulo/madrid/Sabes/mar/elpepiautmad/20000827elpmad_11/Tes

martes, 14 de septiembre de 2010

Y, sin embargo, Zapatero no es Forges

Menos mal que Zapatero está siempre al loro, Vicenta... que si no se nos ahoga la mulatita España. ¡Desgracia! Aquí el que anda equivocado es el humorista. "You must reduce dramatically the deficit, and right now, Vicenta", estuvo a punto de escribir Forges en esta viñeta ("Hay que reducir drásticamente el déficit, y ahora mismo, Vicenta"). Pero no lo hizo. Y se le adelantó Obama. ¿Va de mulatitos? ¡Quiá! The spanish deficit is black. ¡Quietos, parados! Mal chiste, ZP. Quedarse para esto.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Globalización económica, todos cableados

La misma información, la misma política monetaria, los mismos objetivos empresariales, las mismas mercan­cías, los mismos gurús económicos, los mismos iconos de valores... Los científicos y las tecnolo­gías han conseguido lo que durante muchísimo tiem­po han intentado, sin éxito, militares y hombres de estado: el imperio global. ¿Qué consecuencias, en términos de “beneficio real”, ha traído para la empresa y el comercio?

De entrada, la globalización ha moldeado un escenario de mercado muy diferente al que imperaba años atrás. Hoy puede decirse que Sydney, México D.F., Pretoria, Moscú, Hong-Kong, Madrid... son lo mismo. No hay distancias ni barreras. A efectos comerciales y con sus excepciones y matices, el mundo es un enorme bloque de interconexiones, un gigantesco mercado en el que, teóricamente, todo está al alcance de todos.

Una explicación del nacimiento de la globalización es ésta: gobiernos y autoridades se proponen buscar el más alto nivel de bienestar social y económico para sus pa­íses y, para conseguirlo, hacen recaer todos los mecanismos de acción en el llamado neoliberalismo económico, es decir, en la libre acción de las fuer­zas del mercado y en un comercio sin fronteras. Es una especie de descomunal “laissez faire” (de­jad hacer) disfrazado de vía exclusiva, de camino sin alternativa hacia ese estado de máxima rique­za posible. Conviene añadir, en descarga de los gobernantes, que no sólo ellos y quienes poseen el poder político, económico y militar en el mundo, han entrado en esta dinámica. Otros actores de la sociedad como los trabajadores, los artistas, los homosexuales, los colectivos religiosos... están dispuestos a impulsar movimientos con vocación universal, esto es, con afán de hacerlos extensibles al conjunto de la humanidad.

Pero la cuestión clave de la globalización, la jus­ticia social, es decir, cómo impedir que los ri­cos lo sean cada vez más y los pobres ahonden en su pobreza, está sin resolver. Una buena parte de la sociedad sigue preguntándose qué tipo de globalización es ésta que, lejos de tender la mano a los necesitados, acentúa hasta límites insospecha­dos la pobreza de medio mundo. ¿Qué “vía exclusiva” es ésa que niega un futuro digno a dos tercios de la humanidad?

Sobre las ventajas e inconvenientes, filias y fobias de la globalización, se ha escrito mucho, toneladas de libros y ríos de tinta que, en gran medida, han contribuido más a enturbiar el asunto que a esclarecerlo. En gran medida, todos los actores del mundo económico dan por supuesto que global es sinónimo de universal y que globalizar es universalizar. Esa identificación, en la que basan casi todos sus presupuestos, supone, de entrada, una clara perversión en la teoría que ronda el fenómeno. Porque global no es sinónimo de universal. Lo que vale para un país no vale para otro. Lo que funciona aquí no tiene por qué funcionar de la misma forma en el otro lado del mundo. Lo que beneficia a una economía, seguramente perjudica a otra. Y ésa es la gran quiebra de la globalización, como corrobora la realidad, que cada día desmiente los intentos de políticos, economistas y teóricos por demostrar, casi siempre de forma implícita, que lo global es también universal.

Hay un gran número de empresas que no han evaluado suficientemente la trascendencia del fenómeno y, en consecuencia, operan de forma vacilante frente a otras que sí se han preparado (tal vez deberíamos decir mentalizado) para desenvolverse en un escenario altamente competitivo. Es importante que tengan en cuenta que la complejidad de la producción y el comercio global imponen retos, pero también brindan nuevas y mayores oportunidades.

Ya no basta con hacer las cosas bien, sino que hay que convertirse en excelentes. La creciente competitividad, la mejora logística y de infraestructuras, la desestatificación del comercio, la armonía de las necesidades del consumidor, la lluvia de ofertas y la desigual demanda... consecuencias todas ellas de lo que se ha dado en llamar “globalización de la economía”, imponen nuevas formas de gestión y exigen de las empresas respuestas cada vez más eficientes, y procesos y estrategias extremadamente bien planificadas, que permitan crecer y competir en un mundo que se mantiene en continuo cambio.

En resumen, hay un nuevo entorno general, amplio, (¿mundial?), que se caracteriza, sobre todo, por un aumento rápido del comercio, de la circulación de capitales y de la competencia. En consecuencia, las empresas se enfrentan a una competitividad acelerada, que extiende sus tentáculos a escala mundial y que afecta a las políticas de ventas y recursos, mercadotecnia (marketing), forma de aprovisionamiento, fuentes de financiación, ubicación de las plantas de producción, etc. La innovación y la renovación continua de productos y tecnologías, nichos de mercado, organización, gestión y dirección es clave para sobrevivir en el nuevo escenario.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Hijo adoptivo de un pueblo de novela

Éste es mi pueblo. Lo es aunque jamás haya pisado sus calles, sentido su brisa, olido sus flores, entrado en sus casas. Todas duermen bajo el agua desde hace cincuenta años. Nací demasiado tarde para verlo. Pero lo quiero sobre todas las cosas. Es el pueblo que ha inspirado La marca del agua. Ahora también es mi pueblo. En realidad ya lo era cuando empecé a escribir la novela.

La Asociación Cultural Alberguería Oleiros (ACAO) me ha regalado la extraordinaria consideración de hijo adoptivo del desaparecido enclave. No estoy seguro de reunir los méritos personales y cualidades que requiere tan destacada distinción; porque hacer en cada momento lo que uno sabe y quiere hacer, nunca puede ser un mérito. En todo caso, para mí es el premio más grande y valioso. Lo agradezco profundamente.
Y me propongo estar a la altura.

viernes, 13 de agosto de 2010

Mucho más de lo que podía imaginar

Cosas del verano. Uno está, va, dice. Quien suscribe tuvo la oportunidad de participar el 12 de agosto en la Semana Cultural (18ª edición, nada menos) que organiza un colectivo de mujeres en el pueblo orensano de Vilanova (Barco de Valdeorras). Me invitaron y me pidieron que hablase de La marca del agua y de Alberguería, el desaparecido enclave que inspiró la novela.

No hubo megafonía ni aire acondicionado. Pero abarrotaron la sala. Escucharon con la mayor atención, casi con pleitesía, y aplaudieron a rabiar. Me dieron mucho más de lo que podía imaginar. Gracias.

(En la imagen, con la secretaria de la entidad cultural, Pili Álvarez, presentadora del acto).